lunes, 25 de noviembre de 2013

El mono y el cerdo

Un día el mono Martín estaba jugando en su casa del árbol. Martín era un delgado, travieso y lindo  mono. Su casa era un árbol, tenía una cama de hojas y una almohada de ramas. Al frente de él estaba un gordito cerdo llamado Lucas, él estaba bañándose en una piscina de lodo cercado con tablas. Ellos vivían en el campo cerca de una montaña de árboles llamado Bosque Feliz.

Al día siguiente en la mañana el mono Martín vio al cerdo Lucas descansando, y se burló de él  porque era gordito y le dijo: “¡Haz ejercicio, cerdo obeso!”

El cerdito se puso muy triste y lloro, él no quería que se burlen de su cuerpo. Al día siguiente, él cerdito Luis hizo mucho ejercicio pero no adelgazaba. Ese día el mono se fue a visitar a Lucas y lo encontró haciendo deporte. Lucas le dijo que jugara con él y empezaron un partido de fútbol. El cerdo anotó siete goles y Martín sólo pudo anotar tres goles.

El cerdo exclamó:
- Ya vez, te gané. ¿A ti no te gusta que te ganen cierto? Bueno, a mí  tampoco me gusta que me juzguen por ser gordito. El mono al escuchar lo que le dijo él cerdo se sintió mal y se fue a su casa.

Al atardecer Martín se fue a su cama a dormir pues estaba cansado de tanto jugar con Lucas. Prendió una vela y se  quedó  dormido, no se dio cuenta lo que podía ocurrir. Pasó unos minutos, la vela se terminó y se produjo un gran incendió en su casa.

El cerdo a lo lejos olió algo que se estaba quemando, miró a la casa del mono y se dio la sorpresa de que el olor y humo venía de la casa del mono Martín y dijo: ¡ooh…no puede ser!
Inmediatamente abrió la reja de su piscina y se fue lo más rápido que pudo, para salvar al mono. Martín ya se estaba ahogando con tanto humo. El cerdo al verlo exclamó: ¡Martín, Martín baja del árbol!, el mono bajó inconsciente como pudo. Lucas lo cargó hasta llegar a un lugar muy seguro.

Y desde aquel día, el mono Martin está muy agradecido con el cerdito Lucas y fueron grandes amigos y nunca más lo juzgó por su físico ya que sabía que esa era la naturaleza y  no era un animalito obeso en el Bosque Feliz.   
                   
Mensaje
No juzgues a las personas por su físico, te pueden dar una sorpresa 

Autora: Dámaris Fiorela Cerna Morales

Un oso y los niños

Cierta vez unos niños salieron a pasear al campo por la mañana, se llamaban: Lucía y Joaquín, eran hermanos. Mientras jugaban, vieron un oso muy grande y se acercaron a él. El oso gruñó tuvieron miedo, salieron disparados  pero el oso les dijo: “¡Tranquilo muchachos, no se muevan!”, los niños le hicieron caso. El oso se acercó y le dijo “¡Hola!”, pero la pequeña Lucía, asustada le dijo: “¡Vámonos nos va a comer”.

Pero el oso dijo: “Quiero ser su amigo”, los niños le creyeron y se pusieron a conversar. Mientras se entretenían, y el oso jugaba por el bosque, apareció una gran víbora que persiguió a los niños. El  oso cuando fue a buscarlos los encontró peleando con el reptil y lanzándole piedras, el oso ayudó a espantar a la víbora. La víbora astuta, se hizo la muerta, como si le hubiera caído una piedra.
Los niños curiosos de ver a la víbora tirada, se acercaron hacia ella, pero la serpiente despertó, asustó a los niños y el oso cansado tuvo que ir a defenderlos. Agarró a la serpiente del cuello y la aventó contra un palo. Pero la serpiente, no se iba y quiso morder a Joaquín.  Pero el oso, con mucha furia, cogió a la víbora de la cola, la golpeó muchas veces contra el suelo hasta desmayarla y dejar que escape.

Los niños vieron al oso cansado y  lo curaron, tiempo después, le llevaron comida, y se dieron cuenta que durante la pelea entre el oso y la víbora, el oso tenía varias mordidas en las patas. Pasaron los días, el oso se fue mejorando y los hermanitos decidieron regalarle una casa.
-          Osito, esta casa es tuya-, le dijo la niña. El oso les agradeció mucho, y todos los días fueron a visitarlo a casa,  y fueron muy felices.
Autor: Nilser Romero Medina

El venado y el león

Un venado apareció en la montaña rusa, el venado era grande, de un año, tenía unos enormes cuernos aparrados, era de color plomo, muy rápido y valiente. Él estaba caminando en el bosque y llegó a una ciudad llamada Sol Andino. Había muchos  juegos y el que más le gustó fue la montaña rusa.

Pero él no se dio cuenta que ya era tarde para que vuelva a su casa, intentó regresar. Por el camino se encontró con un feroz animal, y tuvo miedo porque era un gran león. El pobre venado corrió y corrió gritando: ¡auxilio, ayuda!, ¡un animal me persigue y no sé qué hacer!
El león lo cazó. Mientras lo llevaba a su cueva como su prisionero, otro león bueno que era amigo del venado se preguntó: ¿qué estará pasando?, y se quedó quietecito detrás de una roca, sin hacer ruido y vio llegar al león hambriento.

En la cueva, el feroz león preguntó al venado: ¿cómo te llamas?, pero el venado asustado no respondió. El león bueno que era amigo del venado se llamaba París y quiso rescatar al venado llamando a más amigos de la selva.

Sus amigos que eran una coneja llamada Sandra, el puma entre otros animales, llegaron diciéndole: ¿Qué pasa? Y Paris respondió: debemos rescatar a mi amigo. Pero sus amigos no le hicieron caso y Paris se retiró preocupado. A pocos metros, se sentó en una piedra y pensó: Yo mismo lo haré, pero si me pega, no podré hacer nada.
Paris no podía decidirse y entonces apareció una luz mágica en su pecho que le dijo: debes hacerlo, yo te protegeré. Esa luz era su padre. Con eso, Paris se fue a rescatar a su amigo. Cuando llegó exclamó: ¡Sal de ahí león feroz!, minutos después salió el león y le dijo que no moleste, pero París dijo:

-          He venido a rescatar a mi amigo. No me podrás detener 
Los leones se enfrentaron durante largo rato, y al final la batalla la ganó Paris. Cuando el león malvado huyó, busco a su amigo el venado para darle un gran abrazo, después lo acompañó hasta encontrar el camino de regreso a su hogar. Cuando iban a despedirse el venado le dijo: Hogar dulce hogar. No habría podido hacerlo sin ti.

Finalmente, los amigos todos los días se encontraban en el bosque para jugar. Un día el venado llegó a donde siempre se veían y encontró al león descansando. Lo asustó diciendo: ¡Levántate dormilón! Y junto a ellos, todos los animales del bosque fueron felices por siempre.



Autor: Brayan Malca Salasar

El conejo y el loro

Una vez un loro llamado Diego estaba paseando por el bosque encantado. Cuando echaba a correr, encontró un conejo llamado Martín, de color gris que estaba lastimado. El conejo le dijo: “Amigo, ayúdame por favor a curarme”.


Entonces el loro fue a buscar algún remedio y encontró una planta medicinal que la llevó a Martín. Cuando el conejo se puso mejor, empezaron a jugar por el bosque, comieron ricos frutos, pasearon alimentándose de algunas flores. Ahí se hicieron amigos de un caracol y fueron juntos hasta llegar a un río llamado El Tragadero, donde hay muchas truchas.
El conejo Martín y el caracol, se refrescaron en el río mientras el loro iba a volar por el bosque, de repente apareció una serpiente muy astuta que atrapó a los dos amigos. Pero un águila vio todo lo que ocurrió y agarró a la serpiente picándole la cola. Pero el águila no los salvó, alejó a la serpiente y tomó de presa nuevamente al conejo Martín y el pequeño caracol. “Ahora ustedes serán mi presa y me los voy a comer”, dijo el águila.


Pero apareció el loro y dijo: “Suelta a mis amigos de una vez, sino verás lo poderoso que soy”.

-          ¡Ahora veremos!-, dijo el águila. El loro voló hasta la trampa que él había hecho rápidamente y el águila que lo seguía cayó  y quedó atrapado  de las patas. Así el loro fue a rescatar a sus amigos.
Finalmente, los tres nuevos amigos, celebraron con un baile con todas las aves. Y fueron nombrados como héroes en toda la selva.


Autor: Cristian Omar Rodas Villoslada

Naranjita en el bosque mágico

Estimado lector:

Estas publicaciones son parte de un proyecto creado con los alumnos del 5to y 6to grado de la escuela rural N° 101148 de la zona de La Zanja Cajamarca. Esperamos puedas disfrutarlo, compartirlo y comentarlo. El objetivo es que la difusión de estos textos, también se haga de manera impresa. Ayúdanos a conseguirlo,es nuestra visión del salón.

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Como todos los días, la hora de salida era para Naranjita la oportunidad perfecta para poder visitar a unos amiguitos distintos a los que tenía en la escuela. Naranjita, era una niña de ocho años, muy blanca con pecas en la cara y los ojitos marrones, tenía el cabello anaranjado, por eso sus padres decidieron ponerle ese nombre. Su carácter risueño y alegre generaba la simpatía de todos los que la veían. La niña del cabello raro, como a veces le bromeaban, era amigable y estudiosa, le gustaba los dulces y también correr por el campo cantando: “la- la- la – la- la-la”

La escuela, que era muy pequeña, tenía 12 alumnos. Todos eran amigos, se querían mucho, y a la hora de recreo jugaban por el campo entre las flores que crecían, pero Naranjita tenía unos amigos más allá, en el bosque mágico, ese lugar que nadie conocía.
Una tarde, cuando el reloj indicó la hora de salida, Naranjita salió de la escuela corriendo rumbo a casa pero antes tenía decidido visitar a sus amiguitos que no veía desde hace algunas semanas:

-          Los visitaré en el bosque encantado. Dijo la niña muy feliz.
Así, mientras se alejaba de la escuela, tomó el camino secreto que conoció meses atrás e ingresó a un bosque mágico y encantado, donde los árboles eran tan altos que no tenían fin, los frutos y las flores tenían formas de estrellas y corazones. Un bosque encantado donde las flores soltaban perfumes y los pájaros entonaban melodías celestiales que llenaban de emoción.

Naranjita paseaba maravillada por todo lo que veía y escuchaba, no podía creer que existiera un mundo así, donde todo era posible, incluso, los animales podían hablar y sus mejores amigos de ese bosque eran: El unicornio azul y la ardilla bromista.
Cada vez que Naranjita llegaba a buscarlos gritaba: “¡Unicornio azuuuuul, ardilla bromistaaa!”, y ellos inmediatamente aparecían. Pero esta vez Naranjita gritó y gritó y no había nadie. Se sentó en una piedra a reposar un momento mientras los esperaba, lo que no sospechó era que alguien oculto entre unos arbustos de color morado la estaba observando desde hacía un buen rato.

-Será que ya no quieren ser mis amigos-, mencionaba triste Naranjita.
Y en eso se escucho un ruido muy fuerte, tan fuerte que ella sólo cerró los ojos y apareció un terrorífico : ¡CROACKKKKK!! ¡CROACKKKKK!!

De un grito ella soltó los cuadernos que llevaba en la mano y abrió los ojos asustada. Era el terrible sapo chismoso.
-          Ey tú, niña rara, ¿qué haces por acá?-, preguntó el horrible animal.
-          He venido a buscar a mis amigos -, respondió Naranjita.
-          ¿Amigos? Aquí nadie tiene amigos niños y menos tan pero tan feos, con el cabello raro y esos puntos en la cara-.
-          Naranjita enojada le dijo…¡tú sólo eres envidioso porque no puedes tener amigos!

Al escuchar esto el sapo comenzó a enojarse, y enojarse más y más, y su tamaño fue creciendo, y creció tanto que se convirtió en un temible ogro del bosque encantado, con unos colmillos gigantes y unas manos que ahora querían acercarse a Naranjita para sacarla del bosque encantado y asustarla para siempre.
Naranjita gritó con todas sus fuerzas el nombre de sus mejores amigos: ¡Unicornio azuuuul! ¡Ardilla bromistaaaaa! ¡Auxilioooo!!

Pero el ogro la tenía sujetada del cabello y de repente se escucho el sonido de un caballo, y una risa muy graciosa. Eran ellos, sus amigos que desde lejos venían a ayudarla. El unicornio azul, hermoso y radiante cargaba a la pequeña ardilla bromista.  La niña sonrió al escuchar que sus amigos estaban cerca. De repente, el sapo escuchó un relinchar y se dio media vuelta entonces, unas voces fuertes y protectoras pronunciaron las siguientes palabras: “¡ogros, ogros, verdes y amarillos, que aparezca este monstruo encerrado en un castillo!”
Y al escuchar estas palabras el sapo ogro gritó fuerte y muy fuerte pero de temor, y al mismo tiempo cada vez fue haciéndose más pequeño y más pequeño hasta que pudo soltar a Naranjita, irse corriendo y desaparecer mágicamente.
-          Gracias por venir, sabía que estaban cerca. Dijo la niña aliviada.
-          Somos tus amigos Naranjita, jamás te fallaríamos-, dijo el Unicornio azul.
-          Ahora sí juguemos y entonemos las canciones mágicas del bosque, tu ya eres una invitada especial en este lugar por eso todos te queremos-, dijo la ardilla.

De esa forma, Naranjita y sus amigos pasaron una linda tarde y cuando ya el tiempo pasaba, el unicornio con unas palabras mágicas, enviaba a la niña a casa hasta un nuevo encuentro.
¿Te gustaría encontrar un bosque mágico?


Autora: Claudia Incháustegui