miércoles, 4 de diciembre de 2013

El águila y la zorra

Un águila y una zorra eran amigas desde muy pequeñas, un día decidieron vivir juntas con la idea que su amistad  se familiarizara. El águila buscó un árbol elevado para poner sus huevos mientras la zorra soltaba sus hijos en una cueva que había construido bajo del árbol. En ese lugar había un gran campo y en él jugaban las jóvenes animales que a lo mucho tenían unos 12 años. Al águila le gustaba vivir  en los árboles  y desde allí ella observaba a la zorra cómo jugaba con sus hijos.

Un día la zorra y sus hijos salieron para aprender  a buscar alimento. El águila estaba esperando que nacieran  sus aguiluchos y poder juagar con ellos, así como la zorra disfrutaba jugar con sus cachorros. El día que nacieron los aguiluchos  el águila muy feliz  de tener a sus hijos se fue a jugar con la zorra.
De tanto jugar, la zorra le dio un manotazo muy fuerte al águila, ella se enfureció mucho y empezaron a pelear.

De tanta pelea, el águila venció a la zorra, salieron los pequeños zorritos a defender a su madre y espantaron a la furiosa ave.   El águila subió a su nido y pensó con cólera: “Le quitaré sus cachorros”.

Al día siguiente el águila muy molesta esperó a  que la zorra se fuera a traer su comida para sus hijos. Con cuidado bajó de su nido a la cueva y sacó a los cachorros uno por uno hasta su nido. Cuando llegó la zorra era muy tarde y no los encontró. La zorra se desesperó y sospechó del águila, estaba muy molesta. Como era muy tarde y el lugar peligroso, esperó al día siguiente para buscarlos.

Muy temprano, el águila salió a buscar comida como siempre para sus aguiluchos. La zorra subió al nido para encontrar a sus hijos, pero era demasiado tarde, el águila se había comido a sus cachorros, y para desquitarse, la zorra quemó el nido del águila con todo los  aguiluchos dentro.

Pasó una semana, y por fin pudieron verse, la zorra y el águila estaban enojadas y tristes por lo que había pasado. Y se pusieron a discutir. Ambas se echaron la culpa de lo que pasó. Y al final cada una se fue por su camino. Nunca más volvieron a ser amigos.


Mensaje: Nunca es bueno vengarse, pero si, dialogar para solucionar un problema.

Autor: Nilser Romero Medina. Nació en el año 2003. Le gusta nadar, jugar fútbol. “A mí la lectura me ayudó a escribir un cuento  y también me ayudó a leer mejor. Me parece bueno que los cuentos que hemos publicado les guste a las personas".

El gato y el burro

Una mañana, un gato salió a pasear por el bosque. El gato era amable, noble, muy grande color anaranjado y tenía una espada para defenderse. Escuchaba ruido de animales del bosque pero escuchó a alguien que decía: “ayúdenme por favor, los cazadores me atraparon”, y  apareció el gato sacando su espada para derrotar a los cazadores que huyeron. Era un burro color gris, y grande, y le gustaba correr. Cuando el gato lo vio, el burro estaba amarrado con unas sogas en un árbol. El gato cortó la soga y el burro dio las gracias al gato y fueron a conversar.

-Como eres tú, gato- dijo el burro.

Yo soy muy fuerte, de color anaranjado y llevo una espada para ayudar a los animales que se llevan las personas- dijo el gato. Los dos amigos siguieron conversando más cosas.

Cuando llegó la noche el burro dijo: “Vamos a dormir” y fueron a una cueva donde nadie vivía. Era una cueva pequeña y muy oscura. Cuando estaban adentro, aparecieron ratas, no se dieron cuenta de que era el lugar donde se escondían las ratas, y despertaron a los dos amigos.

El gato asustado le dijo al burro: “Yo me haré cargo. Ratas, no huyan, yo soy más rápido”. Y de un solo salto atrapó a los ratones.
Amaneció y el día estaba muy despejado y salieron nuevamente a seguir su camino por el bosque. Y de pronto, apareció un dragón malvado que arrojaba fuego. El burro, se agachaba para convencer al dragón de que no botará fuego. El dragón le hizo caso. Se hicieron amigos, y el dragón dejó de ser malvado. Y subió al burro y al gato a su espalda.

Luego, cuando los tres caminaban, atraparon al dragón los cazadores, para enjaularlo. EL burro y el gato estaban más adelante, y se dieron cuenta que a su amigo lo habían capturado y decidieron hallar a su compañero de camino.
Llegaron a una ciudad de guardianes. El burro dijo: “Vamos a pelear”. El gato aruñó a los soldados y el burro a patadas los atacó. Cuando  acabó la pelea desataron a su amigo, fueron de nuevo al bosque donde el dragón se disculpó por haber botado fuego a los dos amigos. El dragón dijo: “Ahora, somos tres amigotes del bosque”, fueron en busca de comida, llegaron a donde  habían bastantes flores de muchos colores, festejaron con los animales y fueron muy felices.






Autor: Cristian Rodas Villoslada. Nació en Calquis en  el año 2002. Estudia en quinto de primaria  en la escuela N° 101148  La Zanja. Le gusta cazar ultos y trucha. “La lectura me ayudó a crear un cuento de más de 400 palabras. Estoy alegre porque nunca en mi vida había publicado un cuento.

Risas, el pez payaso.



Risas era un colorido y divertido  pez payaso, le gustaba pasearse por el enorme profundo mar azul, su casa era una cueva de piedra rodeada de algas, tenía varios vecinos,  una de ellas era una estrella  color naranja llamada Victoria. Ella era la más aburrida de todos los vecinos y vecinas, se creía la más talentosa de todos.
Al siguiente día en la mañana, Risas salió a comprar algas para el desayuno y se dio cuenta que había un cartel  con un aviso diciendo que el día lunes  habrá un “Concurso de talentos”  para todos los peces del mar, Risas exclamó: ¡Oh sí, yo ganaré ese concurso de talentos!

El día lunes, Risas se fue al concurso, se encontró con la aburrida estrella  y varios artistas más, Risas, el pez payaso, contó los mejores chistes del mundo y ganó.
Cuando el concurso estaba por terminar Victoria dijo: ¡Los peces payaso solo saben contar chistes, por eso es payasito, jajajaja! Y todos los peces se rieron de él.
Risas  se fue nadando hasta llegar a un arrecife de coral cerca de la superficie de una playa.

De pronto, se encontró una lata de pintura roja, y se pintó todo su cuerpo. Risas se fue a la plaza de los peces, cuando el pulpo y los demás peces vieron a aquel pez.
-  ¡Un monstruo, naden!  -, Dijo el pulpo y todos  corrieron muy  asustados por qué nunca había visto un pez igual, Risas decidió irse a su casa.
En el camino a su  casa, todos los peces se quedan asombrados por qué jamás en su vida  habían visto algún pez igual.
-¡No me comas por favor ¡-, dijo Victoria la estrella de mar muy  asustada. El pez payaso entró a su casa y se dijo a sí mismo: ¡Oh porqué me tienen miedo, si antes se burlaban de mí!

Finalmente  Risas el pez payaso  se dio cuenta que cuando se pintó de color rojo los peces empezaron a  temerlo, inmediatamente se despinto y volvió a ser aquel pececito de siempre alegre y contador de chistes.











Autora: Dámaris Fiorela Cerna Morales Nació en el distrito de Llapa en el año 2002. Estudia en sexto de primaria  en la escuela N° 101148  La Zanja. Le gusta estudiar, ver la televisión, jugar. “La lectura es importante para poder imaginarnos todo lo que ocurre en las historia. Nos ayudará a expresarnos mucho mejor en el futuro. Me gusta que nosotros seamos los únicos niños que hayamos publicado cuentos por esta zona, en internet.”.

La ratona Rocenda y el queso mágico

Cómo todos los días, Rocenda, limpiaba su pequeña casa. Rocenda era una ratona hermosa, tenía el pelaje plomo muy brillante y la sonrisa perfecta para alegrar a todos sus amigos. Le encantaban sonreír y limpiar el cuarto que tenía en la cocina de una gigantesca casa que le pertenecía a una familia en el campo. Rocenda siempre llevaba puesto un vestido y un lazo rojo. Por lo general empezaba sus labores por la noche, cuando todos dormían, así ella podría limpiar tranquila su cuarto, ir a la cocina a tomar algo para comer, y sacar su mayor secreto: El queso mágico que heredó de su familia.

El queso mágico había ayudado mucho a la familia donde vivía Rocenda pero ellos no lo sabían. Tenía poderes para ayudar en los quehaceres de la casa, por la noche cuando Junior, el niño de la casa no lavaba los platos Rocenda salía rápido a recoger las sobras de comida, guardarlas en una canastita y con el queso mágico en agradecimiento lo frotaba y todo en unos minutos quedaba impecable. La familia a la mañana siguiente se levantaba sorprendida de lo bien que habían limpiado. Junior el niño decía: “mamá, yo no lo hice, seguro fue un fantasma”, pero la mamá no le creía y solo le respondía: “Eres un gran hijo, haces muy bien los quehaceres.

Una noche, cuando Rocenda salió a recoger los restos de comida y limpiar todo con el queso mágico, la hacendosa ratona se vio sorprendida con la presencia de Junior, quien en ese momento se encontraba con la intriga de saber porqué los platos se lavaban mágicamente, entonces bajó a escondidas, asomo la cabeza por la puerta de la cocina y vio a Rocenda frotando el queso mágico y las cosas lavándose solas. En un principio se molestó, se asustó, pero se acercó a ella. Rocenda asustada no pudo esconderse y lo quedó mirando.
-          Así que tú eres quien  acomoda todo?-, dijo junior.
-          Sí pero no me hagas daño, yo solo quiero ayudar, ustedes dejan comida y yo en agradecimiento quiero ayudarlos con este queso mágico- dijo Rocenda, y comenzó a frotarlo, en eso la escoba comenzó a bailar y limpiar toda la cocina, el grifo del agua empezó a lavar los platos, y junior sorprendido ayudó a limpiar lo demás.

Junior agradeció a la ratona pero quería saber si podía seguir ayudando siempre. “si me dejas comida todas las noches, yo te ayudare a lavar los platos”, dijo Rocenda, pero Junior no solo quería una ayuda lavando platos, había visto que otras personas tenían dificultades y merec+ian un apoyo, algunos eran sus amigos, y  también un anciano que nunca podía trabajar bien en el campo. Algunos animalitos abandonados que durante la lluvia no tenían un refugio.
-          Rocenda, ¿qué te parece si ayudamos a esas personas que tanto necesitan?
-          Me parece una buena idea, les daremos una ayuda para que ellos luego ya puedan tener la respuesta y no padecer luego.

Entonces los dos amigos, al día siguiente vieron como nuevamente la mamá de Junior sorprendida admiraba la limpieza de la cocina. Y por la tarde, Junior y Rocenda salieron a darle ayuda a estas personas. Amigos del niño estuvieron felices pues ya cuando ellos ayudaban en las tierras de sus padres, hubo alguien quien los apoyó, ya sea para cargar agua, trabajar con la palana, o cargar algunas cosas, la ratona Rocenda con el queso mágico, les dio una pequeña ayuda y un gran consejo. “La ayuda debe ser buena siempre, pero no olvidemos que el trabajo constante, nos hara personas fuertes y maduras, sobretodo luchen siempre por sus sueños”.

Así la ayuda fue para personas, animalitos que la despedían sonriente. Junior, comprendió que la misión de la ratona era noble y decidió ayudarla.

-Rocenda tienes un gran corazón.
-Tú también, y eres un gran amigo.
Desde entonces, la ratona Rocenda y su amigo junior salen cada cierto tiempo a ayudar a quienes lo necesiten.



Autora: Claudia Incháustegui 
Mi sueño en este año fue conocer niños geniales. Ahora que tengo casi un año de tratarlos me doy cuenta que no son geniales, son maravillos, con habilidades increíble y que día a día se han ganado  mi cariño. Han mejorado mucho y el producto de este blog, me enorgullece de decir que soy su maestra, pero ellos, lo han hecho todo.

Salvando al pequeño gorrión

Un gorrión pequeño, estaba cantando tranquilo, como todas las mañanas. Volaba en los aires feliz y volvía a su nido. Llegó la noche y estaba cansado pero no podía dormir.

Él dijo: "¿Qué me pasa?", se puso a pensar en qué haría a la mañana siguiente, y así pudo quedarse dormido, nuevamente por la mañana salía  al campo a cantar y a despertar a los animales de la selva montañosa. Y apareció otro gorrión para decirle: “¡Cállate orejitas de burro, yo sí canto mejor!” y empezó a silbar.

Pero el pequeño gorrión no se dejó. Y siguió silbando. En eso se acercó una "Chuglia" diciendo: “No discutan, vayamos a festejar”.

Cuando se pusieron a festejar ya por la tarde, apareció un halcón y agarró al pequeño gorrión mientras los demás escapaban. “Vamos pequeño, lástima que se me escapó la más grande Chuglia”, dijo el Halcón.
La Chuglia, al escaparse, llegó a la zona de los loros, y les contó lo sucedido al jefe de todos, tenían que rescatar al pequeño gorrioncito. “Ahora no tenemos tiempo para rescatarlo, esperaremos hasta mañana”, dijo el rey loro, pero el hijo menor del rey loro insistió pidiéndole que vayan a salvar al pequeño gorrión. “Esta bien, preparen las armas, iremos a buscar al gorrión”.

Fueron a buscarlo, pasaron unas horas y no lo encontraban. La Chuglia tenía un larga vista pudo ver al Halcón. “¡Allá está, lo veo, tiene al gorrión, vamos!”, dijo la Chuglia. Todos fueron a buscarlo y uno de ellos le dijo al Halcón: “Oye Halcón, déjalo al gorrión”.
-          No se acerquen o lo mato, dijo el Halcón que tenía de sus garras al gorrión.

Pero un loro susurrándole al otro le pide que vaya por la parte de atrás del Halcón. “Que no te vea”. Pero el gorrioncito tiene una mejor idea. Se sujeta de la pata del Halcón. Y comienza a picarle las garras, y muy fuerte: “Al ataque!!!” y los loros que estaban por la parte de atrás, lograron salvar al gorrioncito, y sorprendieron al Halcón..

“Ahora sí podemos festejar”, dijo el rey loro.  El gorrioncito avergonzado, dijo: “lamento el problema”.
-          ¡Vamos a festejar, ahora ya no hay problema!- dijo la Chuglia. Ahora podemos continuar tranquilos.



Chuglia: Es un ave típica de la zona.

Autor: Brayan Malca Salasar. Nació en el Caserío La Zanja en el año 2002. Le gusta pescar, dibujar y jugar fútbol. "Me siento feliz de que nuestras haber hecho un cuento para que lean los niños y adultos en todo el mundo".

lunes, 25 de noviembre de 2013

El mono y el cerdo

Un día el mono Martín estaba jugando en su casa del árbol. Martín era un delgado, travieso y lindo  mono. Su casa era un árbol, tenía una cama de hojas y una almohada de ramas. Al frente de él estaba un gordito cerdo llamado Lucas, él estaba bañándose en una piscina de lodo cercado con tablas. Ellos vivían en el campo cerca de una montaña de árboles llamado Bosque Feliz.

Al día siguiente en la mañana el mono Martín vio al cerdo Lucas descansando, y se burló de él  porque era gordito y le dijo: “¡Haz ejercicio, cerdo obeso!”

El cerdito se puso muy triste y lloro, él no quería que se burlen de su cuerpo. Al día siguiente, él cerdito Luis hizo mucho ejercicio pero no adelgazaba. Ese día el mono se fue a visitar a Lucas y lo encontró haciendo deporte. Lucas le dijo que jugara con él y empezaron un partido de fútbol. El cerdo anotó siete goles y Martín sólo pudo anotar tres goles.

El cerdo exclamó:
- Ya vez, te gané. ¿A ti no te gusta que te ganen cierto? Bueno, a mí  tampoco me gusta que me juzguen por ser gordito. El mono al escuchar lo que le dijo él cerdo se sintió mal y se fue a su casa.

Al atardecer Martín se fue a su cama a dormir pues estaba cansado de tanto jugar con Lucas. Prendió una vela y se  quedó  dormido, no se dio cuenta lo que podía ocurrir. Pasó unos minutos, la vela se terminó y se produjo un gran incendió en su casa.

El cerdo a lo lejos olió algo que se estaba quemando, miró a la casa del mono y se dio la sorpresa de que el olor y humo venía de la casa del mono Martín y dijo: ¡ooh…no puede ser!
Inmediatamente abrió la reja de su piscina y se fue lo más rápido que pudo, para salvar al mono. Martín ya se estaba ahogando con tanto humo. El cerdo al verlo exclamó: ¡Martín, Martín baja del árbol!, el mono bajó inconsciente como pudo. Lucas lo cargó hasta llegar a un lugar muy seguro.

Y desde aquel día, el mono Martin está muy agradecido con el cerdito Lucas y fueron grandes amigos y nunca más lo juzgó por su físico ya que sabía que esa era la naturaleza y  no era un animalito obeso en el Bosque Feliz.   
                   
Mensaje
No juzgues a las personas por su físico, te pueden dar una sorpresa 

Autora: Dámaris Fiorela Cerna Morales

Un oso y los niños

Cierta vez unos niños salieron a pasear al campo por la mañana, se llamaban: Lucía y Joaquín, eran hermanos. Mientras jugaban, vieron un oso muy grande y se acercaron a él. El oso gruñó tuvieron miedo, salieron disparados  pero el oso les dijo: “¡Tranquilo muchachos, no se muevan!”, los niños le hicieron caso. El oso se acercó y le dijo “¡Hola!”, pero la pequeña Lucía, asustada le dijo: “¡Vámonos nos va a comer”.

Pero el oso dijo: “Quiero ser su amigo”, los niños le creyeron y se pusieron a conversar. Mientras se entretenían, y el oso jugaba por el bosque, apareció una gran víbora que persiguió a los niños. El  oso cuando fue a buscarlos los encontró peleando con el reptil y lanzándole piedras, el oso ayudó a espantar a la víbora. La víbora astuta, se hizo la muerta, como si le hubiera caído una piedra.
Los niños curiosos de ver a la víbora tirada, se acercaron hacia ella, pero la serpiente despertó, asustó a los niños y el oso cansado tuvo que ir a defenderlos. Agarró a la serpiente del cuello y la aventó contra un palo. Pero la serpiente, no se iba y quiso morder a Joaquín.  Pero el oso, con mucha furia, cogió a la víbora de la cola, la golpeó muchas veces contra el suelo hasta desmayarla y dejar que escape.

Los niños vieron al oso cansado y  lo curaron, tiempo después, le llevaron comida, y se dieron cuenta que durante la pelea entre el oso y la víbora, el oso tenía varias mordidas en las patas. Pasaron los días, el oso se fue mejorando y los hermanitos decidieron regalarle una casa.
-          Osito, esta casa es tuya-, le dijo la niña. El oso les agradeció mucho, y todos los días fueron a visitarlo a casa,  y fueron muy felices.
Autor: Nilser Romero Medina

El venado y el león

Un venado apareció en la montaña rusa, el venado era grande, de un año, tenía unos enormes cuernos aparrados, era de color plomo, muy rápido y valiente. Él estaba caminando en el bosque y llegó a una ciudad llamada Sol Andino. Había muchos  juegos y el que más le gustó fue la montaña rusa.

Pero él no se dio cuenta que ya era tarde para que vuelva a su casa, intentó regresar. Por el camino se encontró con un feroz animal, y tuvo miedo porque era un gran león. El pobre venado corrió y corrió gritando: ¡auxilio, ayuda!, ¡un animal me persigue y no sé qué hacer!
El león lo cazó. Mientras lo llevaba a su cueva como su prisionero, otro león bueno que era amigo del venado se preguntó: ¿qué estará pasando?, y se quedó quietecito detrás de una roca, sin hacer ruido y vio llegar al león hambriento.

En la cueva, el feroz león preguntó al venado: ¿cómo te llamas?, pero el venado asustado no respondió. El león bueno que era amigo del venado se llamaba París y quiso rescatar al venado llamando a más amigos de la selva.

Sus amigos que eran una coneja llamada Sandra, el puma entre otros animales, llegaron diciéndole: ¿Qué pasa? Y Paris respondió: debemos rescatar a mi amigo. Pero sus amigos no le hicieron caso y Paris se retiró preocupado. A pocos metros, se sentó en una piedra y pensó: Yo mismo lo haré, pero si me pega, no podré hacer nada.
Paris no podía decidirse y entonces apareció una luz mágica en su pecho que le dijo: debes hacerlo, yo te protegeré. Esa luz era su padre. Con eso, Paris se fue a rescatar a su amigo. Cuando llegó exclamó: ¡Sal de ahí león feroz!, minutos después salió el león y le dijo que no moleste, pero París dijo:

-          He venido a rescatar a mi amigo. No me podrás detener 
Los leones se enfrentaron durante largo rato, y al final la batalla la ganó Paris. Cuando el león malvado huyó, busco a su amigo el venado para darle un gran abrazo, después lo acompañó hasta encontrar el camino de regreso a su hogar. Cuando iban a despedirse el venado le dijo: Hogar dulce hogar. No habría podido hacerlo sin ti.

Finalmente, los amigos todos los días se encontraban en el bosque para jugar. Un día el venado llegó a donde siempre se veían y encontró al león descansando. Lo asustó diciendo: ¡Levántate dormilón! Y junto a ellos, todos los animales del bosque fueron felices por siempre.



Autor: Brayan Malca Salasar

El conejo y el loro

Una vez un loro llamado Diego estaba paseando por el bosque encantado. Cuando echaba a correr, encontró un conejo llamado Martín, de color gris que estaba lastimado. El conejo le dijo: “Amigo, ayúdame por favor a curarme”.


Entonces el loro fue a buscar algún remedio y encontró una planta medicinal que la llevó a Martín. Cuando el conejo se puso mejor, empezaron a jugar por el bosque, comieron ricos frutos, pasearon alimentándose de algunas flores. Ahí se hicieron amigos de un caracol y fueron juntos hasta llegar a un río llamado El Tragadero, donde hay muchas truchas.
El conejo Martín y el caracol, se refrescaron en el río mientras el loro iba a volar por el bosque, de repente apareció una serpiente muy astuta que atrapó a los dos amigos. Pero un águila vio todo lo que ocurrió y agarró a la serpiente picándole la cola. Pero el águila no los salvó, alejó a la serpiente y tomó de presa nuevamente al conejo Martín y el pequeño caracol. “Ahora ustedes serán mi presa y me los voy a comer”, dijo el águila.


Pero apareció el loro y dijo: “Suelta a mis amigos de una vez, sino verás lo poderoso que soy”.

-          ¡Ahora veremos!-, dijo el águila. El loro voló hasta la trampa que él había hecho rápidamente y el águila que lo seguía cayó  y quedó atrapado  de las patas. Así el loro fue a rescatar a sus amigos.
Finalmente, los tres nuevos amigos, celebraron con un baile con todas las aves. Y fueron nombrados como héroes en toda la selva.


Autor: Cristian Omar Rodas Villoslada

Naranjita en el bosque mágico

Estimado lector:

Estas publicaciones son parte de un proyecto creado con los alumnos del 5to y 6to grado de la escuela rural N° 101148 de la zona de La Zanja Cajamarca. Esperamos puedas disfrutarlo, compartirlo y comentarlo. El objetivo es que la difusión de estos textos, también se haga de manera impresa. Ayúdanos a conseguirlo,es nuestra visión del salón.

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Como todos los días, la hora de salida era para Naranjita la oportunidad perfecta para poder visitar a unos amiguitos distintos a los que tenía en la escuela. Naranjita, era una niña de ocho años, muy blanca con pecas en la cara y los ojitos marrones, tenía el cabello anaranjado, por eso sus padres decidieron ponerle ese nombre. Su carácter risueño y alegre generaba la simpatía de todos los que la veían. La niña del cabello raro, como a veces le bromeaban, era amigable y estudiosa, le gustaba los dulces y también correr por el campo cantando: “la- la- la – la- la-la”

La escuela, que era muy pequeña, tenía 12 alumnos. Todos eran amigos, se querían mucho, y a la hora de recreo jugaban por el campo entre las flores que crecían, pero Naranjita tenía unos amigos más allá, en el bosque mágico, ese lugar que nadie conocía.
Una tarde, cuando el reloj indicó la hora de salida, Naranjita salió de la escuela corriendo rumbo a casa pero antes tenía decidido visitar a sus amiguitos que no veía desde hace algunas semanas:

-          Los visitaré en el bosque encantado. Dijo la niña muy feliz.
Así, mientras se alejaba de la escuela, tomó el camino secreto que conoció meses atrás e ingresó a un bosque mágico y encantado, donde los árboles eran tan altos que no tenían fin, los frutos y las flores tenían formas de estrellas y corazones. Un bosque encantado donde las flores soltaban perfumes y los pájaros entonaban melodías celestiales que llenaban de emoción.

Naranjita paseaba maravillada por todo lo que veía y escuchaba, no podía creer que existiera un mundo así, donde todo era posible, incluso, los animales podían hablar y sus mejores amigos de ese bosque eran: El unicornio azul y la ardilla bromista.
Cada vez que Naranjita llegaba a buscarlos gritaba: “¡Unicornio azuuuuul, ardilla bromistaaa!”, y ellos inmediatamente aparecían. Pero esta vez Naranjita gritó y gritó y no había nadie. Se sentó en una piedra a reposar un momento mientras los esperaba, lo que no sospechó era que alguien oculto entre unos arbustos de color morado la estaba observando desde hacía un buen rato.

-Será que ya no quieren ser mis amigos-, mencionaba triste Naranjita.
Y en eso se escucho un ruido muy fuerte, tan fuerte que ella sólo cerró los ojos y apareció un terrorífico : ¡CROACKKKKK!! ¡CROACKKKKK!!

De un grito ella soltó los cuadernos que llevaba en la mano y abrió los ojos asustada. Era el terrible sapo chismoso.
-          Ey tú, niña rara, ¿qué haces por acá?-, preguntó el horrible animal.
-          He venido a buscar a mis amigos -, respondió Naranjita.
-          ¿Amigos? Aquí nadie tiene amigos niños y menos tan pero tan feos, con el cabello raro y esos puntos en la cara-.
-          Naranjita enojada le dijo…¡tú sólo eres envidioso porque no puedes tener amigos!

Al escuchar esto el sapo comenzó a enojarse, y enojarse más y más, y su tamaño fue creciendo, y creció tanto que se convirtió en un temible ogro del bosque encantado, con unos colmillos gigantes y unas manos que ahora querían acercarse a Naranjita para sacarla del bosque encantado y asustarla para siempre.
Naranjita gritó con todas sus fuerzas el nombre de sus mejores amigos: ¡Unicornio azuuuul! ¡Ardilla bromistaaaaa! ¡Auxilioooo!!

Pero el ogro la tenía sujetada del cabello y de repente se escucho el sonido de un caballo, y una risa muy graciosa. Eran ellos, sus amigos que desde lejos venían a ayudarla. El unicornio azul, hermoso y radiante cargaba a la pequeña ardilla bromista.  La niña sonrió al escuchar que sus amigos estaban cerca. De repente, el sapo escuchó un relinchar y se dio media vuelta entonces, unas voces fuertes y protectoras pronunciaron las siguientes palabras: “¡ogros, ogros, verdes y amarillos, que aparezca este monstruo encerrado en un castillo!”
Y al escuchar estas palabras el sapo ogro gritó fuerte y muy fuerte pero de temor, y al mismo tiempo cada vez fue haciéndose más pequeño y más pequeño hasta que pudo soltar a Naranjita, irse corriendo y desaparecer mágicamente.
-          Gracias por venir, sabía que estaban cerca. Dijo la niña aliviada.
-          Somos tus amigos Naranjita, jamás te fallaríamos-, dijo el Unicornio azul.
-          Ahora sí juguemos y entonemos las canciones mágicas del bosque, tu ya eres una invitada especial en este lugar por eso todos te queremos-, dijo la ardilla.

De esa forma, Naranjita y sus amigos pasaron una linda tarde y cuando ya el tiempo pasaba, el unicornio con unas palabras mágicas, enviaba a la niña a casa hasta un nuevo encuentro.
¿Te gustaría encontrar un bosque mágico?


Autora: Claudia Incháustegui